domingo, 17 de octubre de 2010

LA RUINA DE LOS AYUNTAMIENTOS (II): LA LINEA DE LA CONCEPCION

Que el de La Línea ha sido siempre un Ayuntamiento pobre, a nadie se le escapa. Ya en plena transición, siendo alcalde el llorado Domingo Aldana, último preconstitucional, este se vio obligado a "cerrar" el Ayuntamiento, y ponerse en contacto con el Ministerio de Asuntos Exteriores. Me contaba que le llamó el Subsecretario, y que en poco le ofrecieron la ayuda necesaria para ir tirando.


A Domingo le salvó la campana, ya que las municipales de 1979, primeras elecciones libres a los ayuntamientos, otorgaron una mayoría impresionante al PSOE y Francisco Niebla se hizo cargo del sillón presidencial, aunque lo hiciera por poco tiempo.


Los gobiernos socialistas se fueron sucediendo. Juan Carmona, Antonio Díaz Lara y Salvador Pagán presidieron Corporaciones, que por más que les pese a algunos, pusieron las bases de La Línea del siglo XXI.


Todo ello lo hicieron pese a administrar la economía de una ciudad con un déficit endémico, derivado de una considerable falta de tejido productivo en los sectores industrial y turístico, que impedían aflorar recursos hacia el Ayuntamiento.


La Línea siempre ha vivido del comercio. Exceptuando la aportación a la renta de sus habitantes de los raquíticos sectores agrícola y pesquero, las "grandes empresas" de La Línea han sido Gibraltar, por una parte, y las industrias de San Roque y Los Barrios por otra.

Y está claro que ninguna de estas "grandes empresas" ha dejado un euro de modo directo en las arcas municipales linenses.


En el año 1995, el PP, con Fernández Pons en cabeza, gana las elecciones. Hombre voluntarioso, pero con un equipo absolutamente mediocre, gestiona lo que puede o lo que le dejan. Esos cuatro años, que son los más nefastos de la historia reciente de La Línea, dejan un regusto tan amargo en la población que abren la puerta a los populistas.


Jesús Gil y Gil desembarca en La Línea con sus huestes de "gestores", trayendo de la mano a Juan Carlos Juárez, ex-vendedor de pisos y empresario frustrado. Con el aval político de la "transformación" de Marbella (aunque la auténtica transformación la vimos años después), consigue ilusionar a los vecinos. Su eslogan "orden y limpieza" se convierte en un grito de guerra, al son del cual se aumenta la plantilla de la policía local hasta extremos impensables. Se nombran agentes carentes de la más mínima preparación, tras un remedo de oposiciones, y se empieza a "dar caña" a cualquiera que se ponga por delante. Son los años de las constantes denuncias por malos tratos a estos "agentes de la autoridad", que te hacían dudar entre preferir cruzarte con un "choricete" o con un municipal, porque no sé sabía quien te iba a complicar más la vida.


La segunda parte del eslogan, o sea, "limpieza", se traduce en una mejora del adecentamiento del centro de la ciudad, que no se irradia demasiado a las barriadas. Aquí tengo que decir, en descargo de los "gestores" que gran parte de la población nunca ha colaborado demasiado en mantener limpias las calles. La gente tira la basura a cualquier hora del día o de la noche, sin importarle nada.


Pero no es esta acepción de la palabra "limpieza" la que realmente preocupaba a Juárez y su equipo cuando se hicieron cargo del Ayuntamiento. Eso sí, con la legitimidad que da un apoyo aplastante por parte de la población en las urnas.


La "limpieza" consistía, al igual que en Marbella, Estepona o en cualquiera de los otros municipios donde se tuvo la desventura de ser gobernado por estos gansters, en aprovechar todos los recursos del Ayuntamiento en beneficio propio. ¡Ojo!: no acuso a nadie de habérselo llevado de manera ilegal, pero es que hay tantas maneras legales de llevárselo...


Por lo pronto, nada más aterrizar, desplazaron a los funcionarios de toda la vida y colocaron en su lugar a una legión de acólitos, personas en su mayoría sin preparación ni estudios, cuyos únicos méritos eran haberse apuntado al G.I.L., haber pegado carteles, hecho campaña y haber sido interventores el día de las elecciones. Sin haber pasado por proceso selectivo alguno, sin haber demostrado mérito ni capacidad, se encontraron de repente con unos trabajos bien pagados con el que jamás se hubieran atrevido a soñar.


No quedaba la cosa ahí. El equipo de gobierno se "aprobó" unos sueldazos de aquí te espero. El resto de candidatos de la lista del G.I.L. que no obtuvieron escaño, fueron premiados con puestos de coordinadores, con sueldos tambien muy por encima de la media. Se calcula en más de 200 personas las que accedieron a la nómina municipal en ese tiempo.


Se montó una "Oficina de Representación" en Bruselas, cual embajada linense en la Capital de la Europa Comunitaria, y se puso al frente de ella al actual alcalde. ¿Para que? ¿que pintaba un Ayuntamiento allí?. Cualquiera mínimamente versado sabe que la política exterior es competencia exclusiva de los Gobiernos, y que si Alejandrito hubiera aparecido algún día en cualquier oficina de la U.E., no lo hubieran dejado ni entrar.


Se puso en funcionamiento una radio y una televisión municipal con todos los medios más modernos, con "profesionales" que cobraban mensualmente lo que jamás en su vida habían visto junto, para hacer una propaganda contínua del "régimen", reescribir la historia y cargar contra todos los opositores.


Se instaló una nueva Oficina de Turismo, porque la de la Junta "no servía". Se hicieron multitud de obras de dudosa utilidad, pero en cambio los baches en las calles no desaparecían.


Se cerró el Ayuntamiento del "paseíto Chacón", y se alquiló el Palacio de Congresos para instalarlo allí.


Se malgastó el dinero en tantas y tantas cosas inútiles...


Y ¿como se financiaba esto?. De repente: ¿se habían montado en La Línea una docena de fábricas enormes que daban empleo a los parados linenses y que a su vez llenaban las arcas públicas con sus impuestos? ¿acaso se había convertido en realidad la promesa del G.I.L. de atraer a potentísimos inversores que invertirían en hoteles de lujo y en centros de ocio que convertirían a La Línea en la nueva meca del turismo internacional?


Pues no, la realidad es mucho más prosaica. A la Carta Económica Especial que el Gobierno de Aznar concedió a La Línea, y por la que se ingresaban 1.000 millones de pesetas, se unió una "novedosa e imaginativa" nueva forma de financiación: la venta de terrenos y solares públicos a inversores privados para construir casas.


La tercera "pata" de este "banco" era el de comprar y no pagar. Empresas tales como Fomento y muchas otras, que prestaban servicios como la recogida de basuras, portería de los colegios, limpieza viaria, jardinería, obras municipales, etc., se vieron obligadas a "largar velas" y quitarse de enmedio, cuando ya las deudas con ellas ascendían a muchos miles de millones de pesetas.


Y la cuarta era un añadido a la anterior: no pagar las cuotas de la Seguridad Social de los empleados y funcionarios, y no ingresar las retenciones a cuenta del Impuesto sobre la Renta de los mismos.



Así se cierra el círculo: vendo el patrimonio municipal, con lo que consigo dinerito fresco. De paso, si puedo, me llevo algo (caso Roseworld). No pago a los proveedores, con lo que presto el servicio a la población pero no me cuesta un duro. Si se va uno, ya vendrá otro. Cobro las licencias de obra, con lo que obtengo recursos. Le retengo a los trabajadores, pero no se lo ingreso a Hacienda y me quedo con el dinero, con lo que sigo teniendo liquidez.


Pero claro, esto no es eterno. Cuando en Madrid se dan cuenta de que La Línea es un pozo sin fondo y comprueban en que se están gastando el dinero de la Carta Económica, el mismo Aznar dice que hasta ahí podíamos llegar, y la retira. Los solares que se vendían se agotan. Hoy día La Línea no tiene ni un miserable metro cuadrado de su propiedad para hacer una escuela o un parque. La participación en los Fondos del Estado se embargan para pagar las deudas con S. Social y Hacienda. Los burlados proveedores se cabrean y van a reclamar al Juzgado, y héteme aquí que uno de estos hace que Juarez sea inhabilitado.


El derrumbe de la construcción termina con los ingresos por las licencias de obra. La crisis hace que cierren muchos comercios. Menos negocios= menos impuestos. La gente condenada al paro y cada vez con menos recursos prefiere comer antes que pagar puntualmente la Contribución, en un ejercicio de insolidaridad con el estamento municipal sin precedentes.


Júarez tiene la suerte de ser inhabilitado segundos antes de que todo el castillo de naipes se venga abajo. Lo que debe de estar riéndose este hombre. La gracia que tiene que hacerle a este madrileño chulapón recordar como le ha tomado el pelo durante tantos años a la gente de un pueblo noble y abierto que creyó firmemente los cantos de sirena de una banda de estafadores y falsarios. Aunque todavía la justicia no ha dicho la última palabra, y muchos de estos "gestores" tienen en su agenda muchas citas con los jueces en los próximos meses, el daño, enorme, está hecho, y será casi imposible reparar.


¿Quieren que les dé más razones de la ruina de La Línea?











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