domingo, 10 de octubre de 2010

LA RUINA DE LOS AYUNTAMIENTOS (I): LOS BARRIOS

Leo hoy en la prensa comarcal los graves problemas que están aquejando a los trabajadores de los Ayuntamientos de Los Barrios y La Línea por el impago de las nóminas un mes tras otro.

No puedo dejar de recordar como, en el caso de la Villa barreña, no hace tantos años, mucha gente decía ¡que bonito está Los Barrios!. Se referían a la apariencia de un pueblo que entonces estaba limpio, multiplicaba sus jardines, construía una nueva y preciosa plaza de toros, donde se daban cita las primeras figuras de la tauromaquia hispana, celebraba ferias de muestras todos los años, multiplicaba sus polígonos industriales, donde se asentaban empresas de todo tipo, y acometía grandes infraestructuras deportivas, de ocio y equipamiento urbano, y se ofrecían servicios que en muchos casos eran deficitarios.

Fueron esos los años de las vacas gordas, cuando se concedían licencias de obra a "tutiplen", que llenaban las arcas municipales un mes y otro también. En esos años de alegría del ladrillo, la alegría no se limitaba a este, sino que a su vez se trasvasaba al empleo público. Con cuanto generosidad se daba trabajo a gente afín, en muchos casos para asegurarse el apoyo político y en otros para pagar favores. Cualquier vecino de Los Barrios sabe que hay familias enteras empleadas en el Ayuntamiento.

Eso nos lleva a que en la actualidad Los Barrios tenga quizá la plantilla más abultada de la comarca, en términos relativos, con cerca de 600 trabajadores, entre funcionarios, laborales, eventuales y empleados de las diversas empresas municipales. El ratio funcionario/habitantes es de aproximadamente 25 empleados por cada mil personas.

Pero la alegría no se quedaba aquí tampoco. Se acometieron obras faraónicas de dudosa utilidad, de la que el ejemplo más evidente es el cerramiento de la plaza de toros, que además de su monstruoso coste, hizo añicos su estética. La rehabilitación de la antigua plaza de abastos, para dedicarla a museo, es otra de ellas. No se reparaba en gastos, y el Ayuntamiento gastaba dinero a espuertas en mantener un equipo de baloncesto en la segunda división nacional. El dispendio afectaba por igual a casi todas las áreas municipales. Se me viene a la memoria el sueldazo del director de Iniciativas Los Barrios (107.000 euros al año). Se creó una Escuela de Policía Local, que no sabemos que utilidad tiene cuando todos los policías en formación van a la de Sevilla. Por no hablar de los asfaltados y reasfaltados, acerados y reacerados, rotondas hechas y rehechas, etc.

Sin embargo, este dinero que se recaudaba no era suficiente para mantener este volumen de gasto. Por ello, dejó de pagarse desde hace muchos años las cuotas de la Seguridad Social de los trabajadores y las retenciones a cuenta del Impuesto sobre la Renta a los mismos. Este dinero se dedicaba a financiar otras cosas. Esa es la causa de que los ingresos de la Participación en los Fondos del Estado lleven años y años embargados por Hacienda.

Pero, como en el cuento de la cigarra y la hormiga, llegó el invierno. Cuando se acabó el "maná" de la construcción, empezaron a notarse las carencias. El despilfarro acumulado durante estos años llevó al impago de las facturas de los proveedores (cortes de luz incluidos), el retraso en el abono de las nóminas y la hipoteca con bancos y organismos que le han adelantado dinero.

El cese judicial de Alonso Rojas en la alcaldía llevó al sillón presidencial a Angeles Ariza. Cuando esta se dio cuenta de la situación exacta en que se encontraban las finanzas municipales, intentó tomar medidas. Para ello tuvo que enfrentarse a sus propios concejales, muchos de ellos miembros de anteriores equipos de gobierno, acostumbrados a un estado de cosas alejado de toda lógica y de toda sensatez política. Su intento de regular el trabajo y los ingresos de la policía local provocó en los guardias una inesperada enfermedad que se contagió a casi todos en 24 horas, dejando a los ciudadanos sin el servicio fundamental que prestan los uniformados.

La contestación de los trabajadores y de sus compañeros de escaño, la presión política de los sindicatos, de Luis Pizarro y hasta del Secretario General Provincial del PSOE, González Cabaña, que se atrevió a decir que si Ariza se iba se terminarían los problemas económicos del Ayuntamiento, llevó a la alcaldesa a presentar su dimisión.

Lo que se presentaba como la solución a todos los males, la elección de Juan Montedeoca, a día de hoy, ni es solución ni es nada. Aparte de que ya no existen discrepancias visibles entre los concejales socialistas, la situación económica sigue igual o peor.

La cuestión es que se ha llegado a un punto en que cualquier solución va a ser traumática y dramática. Si sobran por lo menos la mitad de los empleados, a ver quien tiene narices para despedirlos, con lo que está cayendo fuera. Además ¿donde está el dinero para indemnizaciones?. ¿Donde acudimos a pedir dinero, si debemos en todos lados?

Se me ocurren algunas medidas, aunque todas ellas son impopulares:

1º) Coste cero de la Corporación. Ni el alcalde ni ningún concejal debe cobrar del Ayuntamiento. Que se dediquen parcialmente a este, y que sigan en sus trabajos habituales.

2º) Anulación de todos los cargos de confianza ocupados por personal eventual.

3º) Disolución de empresas públicas y similares, e integración de su personal, en las mismas condiciones, en la plantilla municipal, sin que esto conlleve consolidaciones de empleo a los laborales que no lo tengan.

4º) Control riguroso de todos los conceptos salariales. Eliminación de horas extras. Renegociación a la baja del convenio colectivo y acuerdos de mejoras con los funcionarios, si existe.

5º) Eliminación de cualquier gasto municipal que no sea imprescindible. Nada de coches oficiales, ferias y fiestas, alumbrados extraordinarios, comidas e invitaciones con cargo al presupuesto, gastos protocolarios, toros embolados, corridas de toros subvencionadas, donaciones a fondo perdido a clubes deportivos, recreativos y culturales. Asimismo, cese de actividades netamente deficitarias, como radio y televisión municipal.

6º) Economía de guerra. Llegar a un acuerdo serio con Hacienda para el pago de la deuda, y cumplirlo, de modo que no se retenga el cien por cien de los ingresos P.I.E., renegociación de la deuda con bancos, proveedores y acreedores, procurando quitas y esperas para no asfixiar más las maltrechas arcas públicas.

7º) Subida generalizada de impuestos municipales. Todavía hay recorrido para incrementar el IBI, el Impuesto de Circulación, el I.A.E. y el resto de impuestos y tasas que gravan al sufrido contribuyente, aunque esta sea, posiblemente, de todas, la medida más impopular.

8º) Cese de cualquier nueva inversión. Unicamente se deben acometer las obras de mantenimiento imprescindibles en los servicios esenciales, y procurando comprometer en la financiación de las mismas a otras instituciones, como Junta, Diputación y Mancomunidad.

En fin, ya sé que todas estas ideas pueden ser catalogadas como radicales, y en el improbable caso de que algunas se pusieran en práctica, la contestación sería feroz por parte de todos los implicados. Pero, amigos míos, la solución vendrá más o menos por ahí, salvo que el Estado se saque de la manga algún plan E para salvar a ayuntamientos que han tocado fondo.

Y termino preguntando igual que el cuento del cónclave de los ratones: ¿quien le pone el cascabel al gato?

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