lunes, 12 de enero de 2015

LA "MARCA" ESPAÑA
(Publicado originalmente el 15 de abril de 2013)
    
Cuando hace cuarenta años estudiábamos Formación del Espíritu Nacional en aquel Instituto del franquismo tardío, el sufrido profesor nos explicaba que España era una "unidad de destino en lo universal". Esta definición hermética, que en su día pronunció José Antonio Primo de Rivera, tomándola probablemente fuera de contexto de algún escrito de Ortega y Gasset, se incorporó a la Ley de Principios del Movimiento Nacional de 1958, que inició lo que después se llamó las Leyes Fundamentales del Reino.
Ni el profesor ni nadie supo explicar con un mínimo de claridad que era aquello de la unidad de destino en lo universal, fuera de una frase rimbombante que presuponía una inconcebible capacidad de síntesis para definir en tres palabras el concepto de España y su encaje en el concierto de las naciones modernas.
Desde entonces, muchas definiciones de España han pasado ante nuestros ojos y oídos. Desde la de que España se constituye en un estado social y democrático de derecho que recoge la Constitución de 1978, hasta aquella que dice que España es una nación de naciones.
Definiciones menos jurídicas y más prosaicas dijeron o dicen que España es como una vieja bruja que maltrata a sus hijos, a los que condena al hambre, al ostracismo o a la emigración. Franco y los suyos nos quisieron convencer de que España era Centinela de Occidente, defensora de la verdadera fe, tierra de María Santísima encomendada al Sagrado Corazón de Jesús.
Un libro de texto para escolares catalanes dice que "El Estado Español es aquella parte de la península ibérica que no pertenece ni a Portugal, ni a Andorra ni al Reino Unido" con una rotundidad tan apabullante que sus autores no han sido capaces de definir nada más desde entonces. Queremos creer.
Ana Belén cantó que España era la camisa blanca de su esperanza. Machado dijo mucho tiempo atrás que España era un país de charanga y pandereta. Para los países del norte España es poco más que un destino turístico y la huerta europea. Un lugar donde pasar unas vacaciones baratas tomando un sol que sus climas septentrionales les niegan.
Pueden existir definiciones de España por millones, por miles de millones podría decir, siempre y cuando todos los habitantes de la Tierra la conocieran y tuvieran formada una opinión sobre ella.
Sin embargo, ya España ha dejado de ser todo esto. España ya no es nuestro país, ni nuestra patria, querida por algunos y odiada por otros hijos suyos. España ya no es nuestra historia, nuestro hogar, nuestras costumbres, nuestras tradiciones, nuestra bandera. No es ni siquiera la Selección de Fútbol, y todo ello porque España, ahora, es... ¡una Marca!

Sí, sí, una Marca, han oído bien. España es como la Coca Cola, el detergente Ariel, los cereales Kellogs o la Nocilla. O sea, ni más ni menos que un producto comercial.
Y como producto comercial que es, se compra y se vende. No se inventó el Ariel para que las amas de casa amenazaran con él a las manchas de la ropa con añadirlo al agua de la colada para que de motu propio se disolvieran, sino para que, usándolo, tuviéramos la ropa más blanca que en el mundo ha sido y será.
El neoliberalismo gobernante, que de todo quiere hacer negocio, no se contenta con privatizar hospitales y servicios públicos varios. Ahora ha creado la marca "España", suponemos que para venderla al mejor postor. Lo que no sé es si es una marca registrada o una marca de fábrica, y aunque supongo que lo que pretenden es lo primero, en realidad les ha salido lo segundo.
Dentro de poco, si usted es un inmigrante con posibles, no de los de patera, sino los de Visa Oro, podrá obtener su residencia en España siempre que compre un piso. Si es un pobrecito, ni lo sueñe. O tienes para comprar un piso "marca" España o te largan a tu país de origen, aunque sea amarrado en el avión. Salvo que seas una estrella del fútbol mundial.
Si se procesa a un miembro de la monarquía reinante por corrupción, eso es malo, porque afecta a la imagen de Marca España. De ello se deduce que no debe imputarse a ningún miembro de la Casa Real.
Si la gente que se queda sin casa por no poder pagar sus hipotecas se manifiesta en la calle, o aquellos que confiaron a bancos y cajas los ahorros de toda su vida y han visto como estos se han volatilizado de la noche a la mañana se indignan y persiguen a los políticos, o pegan cuatro voces en el Parlamento, ¡cuidado! esto es malo, porque afecta a la Marca España.
Si en España vuelve a pasarse hambre, eso no puede decirse, no puede hacerse público, porque fastidia la Marca España.
Si muchos políticos son corruptos, si muchos empresarios también lo son, si existen miles de defraudadores a la hacienda pública y otros tantos evasores fiscales, el problema no es que los haya, el problema es que se sepa, porque afecta a la Marca España.
O sea que, señoras y señores, métanselo en la cabeza: nada de protestas, nada de críticas, nada de palabras gruesas, nada de pancartas, nada de manifestaciones, nada de nada. Recuerden que vivimos en el mejor de los mundos posibles y que en el Sahel viven peor que nosotros. Todo sea por mantener impoluta el nombre de nuestra patria, digo, de nuestra marca España, y podamos seguir vendiéndola.

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